lunes, 10 de agosto de 2009

NOCHE CUARTAGÉSIMA NOVENA

En el hueco que dejaste, en la cocina, aún no he puesto una heladera. Para no sentir el frío de tu ausencia. Y para no intentar conservar lo incorservable es que te fuiste. Con tu heladera a cuestas y las cien mil palabras que no dijiste. O que callaste. Yo me he quedado parlanchina, como siempre. Imprudente con los dioses y conversándole a tus sombras. Que no dicen nada. Pero me mienten. Mora crece desordenada y por momentos. Hoy salió el sol a saludarnos en el patio de las uvas muertas, parece que pronto va a llegar la primavera. Me servirán sus flores para el cementerio de tus besos. Y me servirá el verano, para ir silbando a comprar una heladera, sin sentir tu ausencia entre mis huecos, y sin pesar los días y tus sombras.

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