domingo, 16 de agosto de 2009

NOCHE QUITAGÉSIMA PRIMERA (a Joaquín)

Sentí su mano en mi espalda y me di vuelta. Nos miramos un momento, en silencio. Mi gesto se aflojó al borde de la lágrima. Hola, dijo improvisando una sonrisa en la nostalgia. Saludé también y me acerqué a su abrazo. Traía el olor de siempre y bastante abrigo. Nos quedamos ahí un rato, en alguna esquina de alguna ciudad de noche, en un abrazo mudo. Tan mudo como el agua que brotaba de los ojos y la pena. Luego, sin decir palabra, tomó mi mano y caminamos a un cuarto de hotel céntrico y calmado. Nos quitamos la ropa, cada uno la suya, y nos metimos en la cama. Otro abrazo, ahora desnudos. Corrió el pelo de mi frente y buscó mis ojos apenas alumbrados por el velador de la mesita junto a la cama. Qué sueño nos atrapó mi amor, qué sueño! dijo, y sonrió sosteniendo aún mi pelo con su mano. Me besó muy breve los labios y antes de apagar el velador me miró de nuevo y propuso, vamos a despertarnos ahora, que ya es tarde.

No hay comentarios: