sábado, 27 de febrero de 2010

CENTÉSIMA CUARTAGÉSIMA TERCERA NOCHE

Intermitencias de la muerte. Todo el cuerpo se me apocaba y no pensaba en muchas cosas, ya no. Las funciones disminuían y se reducían al solo efecto de seguir latiendo el tiempo. La cara se enjuagaba en sus sudores y el cuerpo ambivalente era calor y frío, frío y calor, sin decidirse.
Afuera el mundo seguía siendo mundo. Todos corrían y ahora la preocupación o el boca en boca eran tsunamis y terremotos programados. Seguían miedosos. Apegados.
Por mi parte, el único boca a boca que me inquietaba era el que, días atrás, había pasado la peste, la gripe y angina, de tu saliva a la mía, de tu tristeza a mi nostalgia, de tu adios a mi extrañeza. Y si febriles fuimos cuando fuimos, por qué no cerrar esta historia con unos grados más que siempre, con el sudor y los espasmos en la cama, ahora de gripe, antes de antes.

miércoles, 24 de febrero de 2010

NOCHE CENTÉSIMA CUARTAGÉSIMA SEGUNDA

Hoy es un día de esos en que lo mejor que puede hacerse es tomar una pala por el mango, cavar y hacer un pozo de unos tres metros, para luego, acto seguido, introducirse en el mismo, sí, en ese mismo pozo, y empezar de a poquito y sin paciencia a cubrirse con la tierra que quedó en el costado.

sábado, 20 de febrero de 2010

CENTÉSIMA CUARTAGÉSIMA PRIMERA NOCHE

La media era de nylon, un beige claro que desdibujaba algo los rasgos sin dejar de traslucir la realidad del otro lado. Un pedazo del clásico can can que usan las mujeres. Eso llevaba cubriendo su cabeza y cara para no ser recordado. Transpirando el verano, la adrenalina del asalto y la media que ofuscaba, dio lugar a cada paso necesario. Forzar la puerta; forcejear con quien estaba; enmudecerla -era una chica-; aquietarla con las cuerdas; dejarla en una silla.
En el bolso entró el dinero, dos collares de perlas, un celular y un vino tinto 2005. Corría el tiempo y ya llegaba la partida. Dio media vuelta, y ahí se vio. Toda la pared que lo enfrentaba era un espejo. El bolso a medio cerrar en una mano, un 38 en la otra, la media en la cara, la remera transpirada, el gesto aplastado. Duró un momento ante la imagen. La chica no se movía. Dejó el bolso en el piso y se quitó la media de la cara. Apoyó el arma sobre el bolso y se acercó al espejo un poco más. Ahí estaba. Era él, era su cara. Se vio llorando.

miércoles, 17 de febrero de 2010

NOCHE CENTÉSIMA CUARTAGÉSIMA

Casi tan frugal como la muerte
y a punto del borde,
desmadro y aborto de mí la parte quieta.
Ya que no quisimos, frotarnos los morros
ni ser simulacros,
nos fuimos viendo y llegando
a este puerto de partida.
Con la fe y algunos bolsos,
en la mano la utopía
y el cristal de mi silencio
que se rompe sin medidas.
Tanto te quise y aun te canto
como si dos fuera más uno.
Prueba voraz de separarnos
y sin chistar a devolvernos
todo ese tiempo
que no fuimos.

lunes, 15 de febrero de 2010

CENTÉSIMA TRIGÉSIMA NOVENA NOCHE

casi tantas veces como dos
me ví yendo para no volver

sábado, 13 de febrero de 2010

NOCHE CENTÉSIMA TRIGÉSIMA OCTAVA

del caos, la belleza

y un grito en el suelo desmintiéndome.

de noche algún rito

y mil juegos de cartas escribiéndose.

de partir en dos

el tiempo al tiempo,

el sumo resto,

el llanto rumia,

el sol de negro.

domingo, 7 de febrero de 2010

CENTÉSIMA TRIGÉSIMA SÉPTIMA NOCHE

casi sin dudarlo
pronto, en un suspiro,
quedamos enlazados
cruzados, enraizados,
a un cielo de mil nubes,
que sin ser tormenta
nos pasearon por la risa,
de tus labios a mis días,
de mi voz a lo más breve,
de este frío
al otro lado del incendio.

jueves, 4 de febrero de 2010

NOCHE CENTÉSIMA TRIGÉSIMA SEXTA

Voy a decirte lo que quiera, claro u oscuro, da lo mismo. A revolearte las maletas, a vomitarte el desayuno. Voy a escarbar bien a mi antojo, y desangrar toda tu sombra, muerto de sed y sin angustia, te beberás tu propio lodo. Voy a gritarte todo el fuego, que me consume si no llamas. A preguntarte dónde el sol, muerta la ley nace la trampa. Y si te inspira mi doler, mi sacudón sin primavera, mi azul tormenta siendo piel, y de mis llagas la primera, pues bien diré, que he sido fiel a mi saliva, y mis demonios por nacer, aún no me enjuagan la utopía, mueres de muerte y sin saber, sos el mejor de mis suicidas.

lunes, 1 de febrero de 2010

CENTÉSIMA TRIGÉSIMA QUINTA NOCHE

Y que nunca me alcance
ni este sol
ni tu risa
Que se apague la vos
que me roba neblina
Que me hostigue la sed
mucho más que tu orden
de mandarme a beber
un pantano sin vida
Que nos dejen entrar
a mirarnos de cerca
y tu mano al caer
sea luz en mi siesta
Que te olvides de mi
como de cualquier modo