domingo, 7 de febrero de 2010

CENTÉSIMA TRIGÉSIMA SÉPTIMA NOCHE

casi sin dudarlo
pronto, en un suspiro,
quedamos enlazados
cruzados, enraizados,
a un cielo de mil nubes,
que sin ser tormenta
nos pasearon por la risa,
de tus labios a mis días,
de mi voz a lo más breve,
de este frío
al otro lado del incendio.

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