miércoles, 7 de octubre de 2009

NOCHE OCTAGÉSIMA

Se me escapaba el viento entre las manos y vos sonreías esperando el milagro de conjugar el tiempo. Velero varado se quedó en tu prisa y no necesitabas más que un ser alado que te llenara de risa, te besara acostado y se infundara de ganas de dormirte cantando, de amarte despierto, de vibrar tus espasmos y querer tus días.
Vas a dónde vengo? Preguntaste. Y no hubo más remedio que besarte a la luna de los soles, a las noches y sus noches, despegando de calor en mi memoria.
Cuán ajada llevás esa lanza en el costado? Dije. Y te quedaste inquieto, casi insinuando, que no nos sabíamos.
No nos separamos, pasaron inviernos, moras y retrasos. Se nos hizo viento todo lo llorado y se quedó la brisa, casi vislumbrando, en tus mil colores, en mi sien volando.
Voy donde me lleves respondí, y empezaste a seguirme, en mí mimado, en mí tu pelo, que se remolinaba sobre lo deseado. En mí el deseo, me callé esa parte y comprendí tu tiempo.

No hay comentarios: