domingo, 26 de julio de 2009

DECIMA OCTAVA NOCHE

Explota el nido putrefacto.
Quemo cada una de mis naves.
Son pocas las cosas en que aún creo.
Sonidos como flechas,
escarban los restos de mi calma en trance.
Las palabras desvanecen el tiempo.
Y llegan los colores.
Y se van. Todo se va.
Y vuelve.
Y se va.
Y vuelve.
Incluso yo.
Y vuelvo, siempre vuelvo.
Una vez más,
para poder volver a irme.

No hay comentarios: